miércoles, 2 de junio de 2010

El comienzo de una vida


Si existe algo verdaderamente importante y sagrado en esta vida es la familia.


Hunde las raíces de su linaje en los comienzos de la historia y desde allí transporta su fuerza vital a través de los lazos de sangre hasta los más nuevos brotes. Es tradición en mi familia plantar un árbol en la entrada del hogar, un árbol que crecerá robusto como símbolo y fortaleza de nuestra unión. Junto a ese árbol crecemos y en ese árbol jugamos, a él le abrimos nuestro interior cuando bajo sus hojas reflexionamos, y en él hallamos el cobijo de padres, abuelos y ancestros que ya no están. En torno suyo aprendemos, reunidos en familia, los valores que nos guiarán en la vida, valores que no pueden ser otros que el amor por nuestra gente y la fuerza y el valor para defenderles.


Al ver los profundos lazos que unían a aquellas elfas pensé que sería un buen regalo, y a medida que fue avanzando la celebración supe que el vínculo que las unía era poderoso y también cálido, por lo que entregué con toda mi ilusión, sinceridad, y reconocimento la semilla que guardaba envuelta en hojas a la dama Wilwarin, como regalo para su hija, la pequeña Sunniva.


-Algún día, cuando tengas una bonita casa en el medio de un magnífico bosque planta esta semilla cerca de la puerta. -le dije a la risueña niña. Estaba radiante, encantada de ser el centro de atención el día en el que cumplía tres meses. Wilwarin me sonrió.


Wilwarin había preparado todo un despliegue de comida y bebida del que todos estábamos disfrutando. La tarde era perfecta en Cima del Trueno y la tienda que pudimos ocupar era lo bastante amplia como para albergar una fiesta de estas características. Se había reunido gran parte de su familia, pero lamentablemente no estaba al completo, son tiempos difíciles y se ha sufrido demasiado. Aun así, la asistencia de Andúne, el hermano pequeño de esta, había logrado que viese a Wilwarin feliz por unos momentos, y eso es algo que no había visto desde que tengo la suerte de conocerla. De haberla conocido el día que salvó mi vida.


A mi derecha estaban mis hermanas de armas Kiri y Guaxara, la una sin dar tregua a los pasteles y la otra con su extraordinario saber estar en toda situación. A día de hoy, cuando he perdido todo rango, blasón y bandera, incluso mi ciudad y mi patria, las observo y veo en ellas a mi ejército, a mis amigas, a mis hermanas. He perdido mucho, pero he ganado aun más.


A mi lado está Temari, mi Temari, con quien me quedé una vez terminada la celebración. Llegué a la fiesta sintiéndome cercano a ellas, pero con tan solo dos palabras mi vida ha dado un giro vital. Dos palabras que me dijo al quedarnos solos y que como una salva de cien cañones han derribado todos los muros que pudieran separarnos, uniendo las ramas de mi árbol con las del suyo hasta que el mundo deje de ser mundo, porque si existe algo verdaderamente importante y sagrado en esta vida es la familia, y de los presentes, de mi padre y de mi madre, es decir, de mi familia, es de quienes quiero hablar.


Mi nombre es Lohengrin vel Noerth, soy soldado.

2 comentarios:

Percontator dijo...

/clap, es decir Bravo!

Wilwarin dijo...

Me he emocionado. Qué bonito, joer. Y qué amor es Lohengrin.

Sigue!

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